Nació en Buenos Aires (Argentina) el 3 de junio de 1770, y fue
bautizado con el nombre de Manuel Joaquín del Corazón de Jesús
Belgrano. Era hijo de la criolla Josefa González Caseros, oriunda de
Santiago del Estero, y del comerciante italiano, Domingo Belgrano y
Peri. Este matrimonio tuvo trece hijos, ocho varones y tres mujeres,
siendo Manuel Joaquín, el cuarto.
Luego de realizar sus primeros estudios en el Convento de Santo Domingo, los continuó en el Real Colegio de San Carlos.En
el año 1793 se graduó en España, en la Universidad de Salamanca, como
abogado. Al crearse ese año el Consulado en Buenos aires, fue designado
como Secretario, lo que lo trajo nuevamente a su patria. Esa entidad de
carácter comercial, fue el medio idóneo desde donde el patriota propagó
sus pensamientos, escribiendo “Memorias” a favor del libre comercio
(contrario al monopolio comercial impuesto por España), impulsando la
agricultura, a través de la adjudicación de tierras a los campesinos, y
la industria.
Fue un gran defensor de la educación gratuita, no
solo de los varones sino también de las niñas, quienes hasta entonces
no concurrían a la escuela. Sostuvo que era necesaria su capacitación
para ser buenas madres, y para alejarlas del ocio, debiendo aprender
además de leer y escribir, la doctrina cristiana, y a coser y bordar.A
su impulso se deben la creación de la Escuela de Náutica, y la Academia
de Geometría y Dibujo, ambas en 1799, funcionando en las instalaciones
del Consulado.
Sus ideas fueron expuestas en diversos medios,
particularmente en el periódico que él dirigió: “Correo de Comercio”,
surgido del 3 de marzo de 1810, aunque ya había participado en la
formación de otro periódico en 1801, llamado “El Telégrafo Mercantil”.
Durante
las invasiones inglesas de 1806 y 1807, tuvo una destacada
participación. Luego de la victoria inglesa en la primera invasión,
Belgrano emigró hacia Montevideo porque se rehusaba a aceptar el nuevo
gobierno inglés, ya que su idea era mantenerse bajo el dominio español,
o independizarse.
De ideas liberales, nutrido en el ideario de
Revolución Francesa, que compatibilizó con sus fervientes creencias
cristianas, luchó por la independencia de su patria, al punto que
solicitó el día 24 de mayo, en vísperas de la revolución, la inmediata
destitución del virrey Cisneros, amenazando que si a las tres de la
tarde del día siguiente continuaba en el mando él se encargaría por las
armas, de derribarlo. El virrey fue destituido y Belgrano designado
vocal de la Primera Junta de Gobierno, constituida por criollos, el 25
de mayo de 1810.
No era militar de carrera, pero igual aceptó
conducir los destinos de los hombres que conformaron el ejército con
destino a Paraguay, para luchar contra los realistas. Fundó dos
pueblos: Mandisoví y Curuzú Cuatiá, para mejorar las comunicaciones
entre Buenos aires y el litoral. Tras vencer en la batalla de El
Campichuelo”, intentó llegar a Asunción, pero sufrió dos derrotas: El
19 de enero de 1811, en Paraguari, y el 9 de marzo del mismo año, en
Tacuarí, donde sus cuatrocientos hombres se enfrentaron a dos mil
quinientos, conducidos por Cabañas. Tras esta derrota, en una campaña
que el propio Belgrano, calificó de “locura” se firmó un armisticio, y
Belgrano comprendió que entre los vencedores, había muchos jefes
criollos. Con ellos entabló correspondencia, donde les indicaba que su
finalidad era que Paraguay se liberara de los tiranos y de las
restricciones económicas que estos les imponían, y procuraba un
acercamiento entre Buenos y Paraguay. Poco después, Paraguay se
independizó.
Luego de esta frustrada campaña, que le costó un
proceso del que salió airoso, defendido por sus tropas que subrayaron
su valor y patriotismo, fue enviado con su ejército a la Banda Oriental
estableciendo en la localidad de Mercedes, su cuartel general.
Repartió
el control de territorio con el caudillo oriental José Gervasio
Artigas, el hermano de Artigas, de nombre Manuel, y con Venancio
Benavides. En el mes de mayo debió regresar a Buenos Aires, al ser
reemplazado por Rondeau.
El 13 de febrero de 1812, elevó una
propuesta para usar un distintivo que identificara al ejército. Así
nació la escarapela nacional, al ser aprobada por el Triunvirato, cinco
días más tarde.
Para defender el dominio de los ríos nacionales,
fue enviado a fines de 1811, a orillas del Paraná, donde instaló las
baterías “Libertad” e “Independencia”. El 27 de febrero de 1812, la
bandera Argentina flameó por primera vez, en ese lugar. Al comunicar el
hecho a las autoridades, éstas negaron el uso oficial de la Bandera,
pero esa respuesta nunca llegó a Belgrano que ya había partido, al ser
designado jefe del ejército del Norte, empresa que no tuvo el éxito
esperado.Cuando arribó a Jujuy, enarboló la bandera, que fue
bendecida. Pero la bandera debió ser guardada por orden del gobierno.
La causa de los colores celeste y blanco de la insignia patria, son un
misterio, que originó varias versiones. Tradicionalmente se sostuvo que
fue inspirado por los colores del cielo, aunque luego surgieron otras
posturas que sostienen que podría tratarse de los tonos que acompañaban
la vestimenta de la virgen de Luján del cual era devoto, o los colores
de la casa de los Borbones, que detentaban el trono español, al tomar
en consideración que aún la independencia de la Metrópoli era una idea
que asomaba tímidamente.
Los realistas dominaron la situación y
Belgrano se replegó. La población de Jujuy se marchó junto a él,
llevándose sus pertenencias, y destruyendo lo que quedaba para que no
les sirviera a los españoles. Este hecho pasó a la historia, bajo el
nombre de “Éxodo Jujeño”.
Desoyendo las instrucciones gubernamentales, que le ordenaban retirarse a Córdoba, el
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de febrero de 1812, Belgrano logró vencer a los españoles, en Tucumán,
quienes se retiraron hacia Salta. Hacia allí se dirigió Belgrano, que
entró a Salta por una atajo, ya que el acceso por el sur estaba
bloqueado. La batalla librada en Salta, con su disciplinado ejército,
les otorgó la victoria, el 20 de febrero de 1813.
Por sus
victorias de Salta y Tucumán, la Asamblea del año XIII, le entregó como
premio, la suma de cuarenta mil pesos, que fue donada para la fundación
de cuatro escuelas.
Esos triunfos se opacaron con las derrotas
de Vilcapugio (1 de octubre de 1813) y Ayohuma (14 de noviembre de
1813) donde solo pudieron salvarse 500 de sus hombres. Por estas
circunstancias el mando del ejército del Norte, fue encomendado a San
Martín.
El 22 de enero de 1814, los realistas ocuparon Salta.
En
1814, fue enviado a Europa, junto a Rivadavia, en misión diplomática
para conseguir apoyo a la causa revolucionaria, pero sin éxito.
Al regresar a Buenos Aires, en febrero de 1816, fue designado jefe del Ejército de Observación del litoral.
Al
inaugurarse el Congreso de Tucumán, en marzo de 1816, Belgrano fue
invitado a informar sobre su misión a Europa. Allí explicó que en el
viejo continente la causa revolucionaria no era bien vista, y para
cambiar esa visión, y atento a la restauración de las monarquías
europeas, por el triunfo de la Santa Alianza, propuso como forma de
gobierno para el estado argentino una monarquía ejercida por un
descendiente inca. Él era un defensor de los aborígenes, para cuya
protección había redactado el “Reglamento para los indios de las
Misiones”, donde equiparó sus derechos con los de los criollos,
propendía a su educación y les entregaba tierras.
En agosto de
1816, el Congreso lo nombró jefe del Ejército del Norte, para defender
la frontera, aunque debió intervenir en luchas internas, entre
unitarios y federales.
En agosto de 1819, enfermó, solicitó licencia y se retiró a
Tucumán, para luego dirigirse a Buenos Aires, en marzo de 1820. El 20
de junio falleció en esa última localidad. En homenaje a su creador, el 20 de junio,
se conmemora anualmente el Día de la Bandera, por ser la fecha del
deceso de su creador, fecha impuesta a partir de 1938.